¿Qué son?

Los sofocos en la menopausia son la manifestación más común de los cambios hormonales en esta etapa. Se describen como una sensación repentina de calor intenso que suele empezar en la cara, el cuello o el pecho y puede extenderse por todo el cuerpo. En muchas mujeres se acompañan de sudoración, enrojecimiento de la piel y, en ocasiones, palpitaciones o una leve sensación de ansiedad.

Según la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM), más del 70% de las mujeres experimentan sofocos durante esta etapa, con una duración variable: desde unos meses hasta más de 5 años.

Los sofocos no son peligrosos, pero sí pueden afectar a la calidad del sueño, la concentración y la vida social, por lo que aprender a gestionarlos es clave.

¿Por qué ocurren?

La causa principal de los sofocos está en los cambios hormonales propios de la menopausia. Cuando los niveles de estrógeno descienden, el hipotálamo (la parte del cerebro que regula la temperatura corporal) se vuelve más sensible a pequeños cambios.

Esto provoca que el cuerpo “interprete” una temperatura normal como si fuese demasiado alta, y responda intentando enfriarse: aumenta la circulación sanguínea hacia la piel, se dilatan los vasos, aparece calor repentino y, en muchos casos, sudor.

En resumen: los sofocos son una respuesta exagerada del organismo a la bajada de estrógenos, un mecanismo natural pero molesto que afecta a la mayoría de mujeres durante esta etapa.

¿Qué lo agrava?

Los sofocos pueden variar mucho de una mujer a otra, pero existen ciertos factores que tienden a intensificarlos y hacerlos más frecuentes. El estrés y la ansiedad son dos de los desencadenantes más habituales, ya que alteran el sistema nervioso y aumentan la sensibilidad del organismo a los cambios de temperatura. También influyen algunos hábitos de vida, como el consumo de alcohol, tabaco, café o comidas picantes, que estimulan la vasodilatación y favorecen la aparición de calor repentino. Incluso aspectos cotidianos como estar en un ambiente caluroso, usar ropa demasiado ajustada o dormir en una habitación mal ventilada pueden empeorar los síntomas. En muchos casos, simplemente identificar estos factores y aprender a evitarlos ayuda a reducir la intensidad de los sofocos y a recuperar mayor bienestar en el día a día.

  • Ropa ligera

    Elige ropa poco apretada y que favorezca las transpiración.

  • Complemento de día Nessum

    Prueba nuestro complemento natural para sofocos.

  • Ejercicio regular

    Caminar, nadar o practicar yoga ayuda a regular la temperatura corporal.

  • Ambientes frescos

    Evitar zonas con exceso de calor y optar por espacios aireados.

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¿Cómo te puede ayudar el Complemento de día?

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Preguntas frecuentes

¿Cuánto duran los sofocos de la menopausia?

La duración de los sofocos varía mucho entre mujeres. Cada episodio suele durar entre 30 segundos y 5 minutos, aunque la sensación puede dejar cansancio o incomodidad después. En cuanto al tiempo total, algunas mujeres los sufren solo durante unos meses, mientras que en otras pueden mantenerse durante 4 a 10 años, especialmente si los cambios hormonales son más marcados.

¿Son normales los sofocos nocturnos?

Sí, los sofocos nocturnos son muy comunes durante la menopausia y se conocen como sudores nocturnos. Se producen por el mismo mecanismo que los sofocos diurnos, pero al ocurrir durante el sueño provocan despertares frecuentes, insomnio y cansancio al día siguiente. Mantener la habitación fresca, usar ropa ligera y evitar cenas copiosas ayuda a reducirlos.

¿Cuándo debo consultar al médico por sofocos?

Aunque los sofocos son un síntoma normal de la menopausia, conviene consultar al médico si son muy frecuentes o intensos, si afectan de manera importante al sueño o a la vida diaria, si aparecen antes de los 40 años (posible menopausia precoz) o si se acompañan de síntomas poco habituales como mareos intensos, palpitaciones fuertes o pérdida de peso inexplicada.

¿Los sofocos engordan o afectan al peso?

Los sofocos en sí no provocan aumento de peso, pero la alteración del sueño y el cansancio que generan pueden favorecer cambios en el metabolismo y mayor apetito, lo que dificulta mantener un peso estable. Además, la bajada de estrógenos en la menopausia favorece la acumulación de grasa abdominal. Por eso, aunque los sofocos no engordan directamente, sí pueden estar relacionados con cambios en la figura y el metabolismo.